viernes, 17 de julio de 2009

La Fe tiene manos y pies

Mi querido Padre:
Queridos todos:

Desde estas lejanas latitudes quiero de alguna manera estar presente en semejante fiesta de Fe y de toda una Vida.

Cuando pienso en el cura (lo que hago muy a menudo ya que me marcó en una etapa fundamental y formativa de mi vida), se me presenta un collage (más bien caótico :-) de tantas cosas:

Su pieza en la calle Independencia con sus cuatro cosas más un buen equipo de música (único lujo que se permite). El calentador del agua para el mate. Esa risa "suave" que hace estremecer los edificios. La renoleta verde (y después la roja) en la que íbamos a Barrio Chino. Las misas en Barrio China en las que el Padre siempre cantaba lo mismo con su vozarrón (..."El ángel vino de los cielos..."). "La bota" para calmar el frio y la sed durante los viajes al Sur. La bondiola, que era el "pasaje" para ir a misionar al Sur. Los dulces de leche caseros. La carne al horno a la que se le echaba una pava de agua hirviendo cuando estaba lista. (Esto da un jugo exquisito, es verdad). Su "dulce" forma
de despertarnos durante las misiones. ¡¡¡Su "peinado"!!! Luigi Bosca, porque el cura sabe lo que es bueno. Mahler y la cuarta. ¡¡¡Sus amigos ricos a quienes les saca la plata!!!

El cura es un fenómeno. Es de las personas más auténticas y sólidas que yo he conocido en mis 42 años. Lo conocí porque la Chiqui me llevó al Tambo para que fuéramos a dar catequesis a Barrio Chino. Más adelante fui a misionar a Ushuaia, algo que lamentablemente pude hacer sólo dos veces en mi vida. Una vez me confesé con él y después dije "nunca más" porque "Ud. conmigo no es objetivo!!!"
Estas experiencias de misión en la villa y en el Sur, pero también tantas charlas cortas y largas en esa pieza humilde, marcaron mi vida en la Fe. Y ese consejo suyo "estar dispuesto a todo" es para mí aún hoy toda una definición de fe que me acompaña en muchos momentos de incertidumbre.

Más tarde me fui a Buenos Aires. Allí el Padre solía visitarnos a mí y a María José y nos cocinaba o nos invitaba a comer. Una vez nos llevó a desayunar con el Nuncio Apostólico. Porque contactos al cura nunca le faltaron... La vida me llevó a Alemania. Me casé en El Trébol (Sta. Fe) con Uli, mi marido alemán. Y el Padre celebró nuestro casamiento "bilingüe". El día que me casé lo vieron por la tarde dando vueltas a la
plaza del pueblo repasando el texto en alemán.

Hoy cuando pienso en Ud., Padre Miani, pienso que la lección más importante que aprendí de Ud. es que la Fe tiene manos y pies. Manos abiertas, manos haciendo. Pies sobre la tierra, pies andando. Porque "la Fe es un gerundio", como me dijo hoy una amiga española a quien le contaba acerca de Ud.

Ahora hace unos años que no nos vemos. Ayer anduve desenterrando recuerdos y encontré el Padrenuestro de Ushuaia, que aquí le mando. También le mando un collage de fotos de mi vida actual, sobre todo para que vea qué familia maravillosa que tengo (María de la Paz siempre tan humilde... :-)

Un abrazo enorme y no se olvide que me prometió visitarme en Berlín.

María de la Paz
desde Berlín

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